Crónicas de Muñozo: La Sra. Junot
| ¿Dónde encuentro a un tal Muñozo?

Todo comenzó en una trivial conversación en la Peluquería Maggi, donde un día la Sra. Mirta Junot, al menos una vez al mes, asiste para verse más bella, ya que ella, muerta antes que sencilla. En esas conversaciones con su peluquera, la Sra. Junot, le contaba su vida y su trayectoria en el ámbito de la educación. Alguien le había contado que un tal Muñozo escribía unas historias disparatadas y que luego aparecían en un libro. Un día cualquiera, apareció por esa misma peluquería mi amiga desde hace años, Nelda Leiva, y le contó que ella conocía a Muñozo. La peluquera le hizo el encargo de ubicarlo y colocarlo en contacto con la Sra. Junot. La Sra. Nelda se lo contó a Miriam Muñoz Flores, otra amiga, y ella me llamó para contarme que alguien que ella no conocía personalmente, pero de quien si había oído hablar de una profesora, de las primeras que hubo Panguipulli, y que tenía un apellido no tan común. Yo no tenía idea de quien era ella, más me llamó la atención cuando se comentaba que había fundado una escuela con recursos propios, y que había sido el origen de lo que hoy conocemos como la Escuela Manuel Anabalón, y que ella, con el paso de los años había sido olvidada.
Por algún medio ella, una mujer incombustible, se consiguió mi número telefónico y comenzó a llamar y por fin logró llegar a Muñozo. Conversamos unos momentos y le explique que yo lo que hacía era escribir desde la percepción.
Ella llamó varias veces, y al final logramos concordar un encuentro en donde habita hoy, con su hija, sus nietos y su yerno, y Don Juan Etchegaray, un hombre que cuando nos hemos sentado a conversar, pareciera que nos conocemos hace años.
No reunimos en su casa, el viernes 18 de octubre de 2019, días antes de mi viaje a Cuba, a presentar en la Universidad de la Habana “Crónicas de Muñozo 1”. Acordamos encontrarnos en la Petrobras, lugar que he elegido para escribir y encontrarme con los amigos. Exactamente a las 19:00 horas se estacionaba una camioneta, de donde bajó su hija y su nieta. A los minutos ya estaba en el living de la casa de su hija. Una casa cuidada, armónica, llena de libros en una biblioteca que alcance a distinguir. Llena de antigüedades y detalles. Me llamó la atención una fotografía antigua en primer plano. Preciosa. Era de su hija de adolescente. Esperé unos minutos, y de pronto apareció la Sra. Junot. Nos abrazamos como viejos amigos y me invitó a la cocina donde su hija nos proveyó de galletas y café, luego nos dejó solos. Fue difícil ponernos de acuerdo como comenzar a escribir, sobre una vida tan apasionante, de una mujer apasionada.
Después de una larga y pormenorizada conversación, nos despedimos casi a las 23 horas. Puedo decir que fue una de las entrevistas más largas y conversadas que he tenido, ya que había que entrar en sus recuerdos más profundos. Suerte que ella, talentosa y aplicada, había guardado recaudos, y escribió en su computador todo lo que recordaba, lo que fue muy valioso para esta historia. Tres días después yo estaba en Santiago, una ciudad en llamas, donde la gente se había cansado de los abusos de años y ponía en jaque al Gobierno. Llegue como pude a la Capital, y me embarqué a la Ciudad de la Habana en Cuba, invitado por la Universidad de la Habana coincidentemente con las celebraciones 500 años de su fundación. Los apuntes recogidos en la conversación con la Sra. Junot, me los llevé a Cuba. A tercer día de instalado en Alta Habana, en Boyeros, comencé un viaje de diez días por distintas ciudades y Bibliotecas públicas de Cuba, entre ellas la Biblioteca Provincial Martí de Santa Clara, Biblioteca Provincial Pública Elvira Cape Lombard de Santiago de Cuba, Biblioteca Pública de Guantánamo, Biblioteca Raúl Goméz García de Baracoa, la ciudad más oriental de la mayor de las Antillas, ciudad desde donde se puede ver por la noche las luces de Haití. Finalmente, en la Biblioteca Nacional José Martí de la Habana y la Biblioteca de la Universidad de la Habana. En Baracoa, me hospedé en el Hostal Colonial y desde un tercer piso, fui recorriendo los detalles de lo relatado por esta inmensa mujer, la Sra. Junot, que a miles de quilómetros donde me encontraba, había levantado a pulso y a punta de sueños una de las primeras escuelas de Panguipulli, la que se conoció como escuela A.E.I.O.U.
| Mirta Junot, una mujer adelantada.

Mirta Junot Riquelme, nació en Temuco el convulsionado año de 1933, año de la crisis económica en Estados Unidos, donde los obreros sufrieron el empobrecimiento en su máxima expresión. Su primer hogar estuvo ubicado en la Calle Antonio Varas, para la época, sector acomodado de Temuco. Su padre se llamó Cesar Junot Pacheco y su madre se llamó Orfelina Riquelme Riquelme. Recuerda a su madre como una mujer extremadamente trabajadora, de quien tomo el modelo a seguir. Su madre tuvo tres hijos, y la vida quiso que quedara viuda muy joven, a los 33 años, con tres hijos que criar. Se vieron obligados a emigrar la Ciudad de Lanco. La Sra. Junot llegó con tres años a Lanco y vivieron ahí cuatro años. Luego se trasladaron a Panguipulli. En aquellos años era muy difícil trasladarse a las ciudades como Valdivia y Temuco, estamos hablando del año 1940/1941 del siglo pasado, y como su familia ostentaba cierta posición social en Temuco y contactos, a pesar de vivir ya en Panguipulli, la envían a estudiar al Colegio Bautista de Temuco.
La instalación en Panguipulli, como toda inmigración no fue fácil. La familia se instala en la calle Martínez de Rosas, y su mamá tiene la visión de inaugurar una sastrería, ya que en aquel tiempo las personas compraban la ropa a la medida, la que se fabricaba en estas sastrerías. Con el tiempo comenzó a aparecer la vestimenta de fábricas y tuvieron que cerrar. La madre de la Sra. Junot era una mujer incansable y visionaria, y colocó una de los primeros emporios en Panguipulli. Luego abrió una Frutería llamada La Chilenita, en un local que arrendó a Don Víctor Coronado y unos franceses.
Su abuela se llamó Gumercinda Riquelme, quien no se casó y por tanto mantuvo el apellido de su mamá, pariente de la madre de Don Bernardo O Higgins.
| La casa de don Fernando Santiván, un tolstoniano.
La llegada de la familia de la Sra. Junot, a Panguipulli, requeria un lugar donde vivir, y su madre lgra adquirir una vivienda que pertenecía al Escritor y premio nacional de litereatura, Don Fernando Santivan, que de joven, en Santiago, fue anarquista, junto a Augusto D Halmar y José Santos González Vera y el pintor Julio Ortiz de Zárate en 1905, fundó la «Colonia Tolstoiana». De hecho hubo una colonia anarquista en el Cerro San Cristóbal. Al poco tiempo Santiván vio que sus expectativas no se cumplían en la colonia. Busco trabajo y consiguió una donde se le catalogaba como “un joven honrado, trabajador y de buena letra, conoció al anarquista italiano Aquiles Lemire, quien se desempeñaba como zapatero en Santiago y de él aprendió el oficio. También fue sastre, vendió carbón, boxeó, corrigió pruebas, propagandista, vendedor, etc.
En Panguipulli fue amigo de Don Neen Acevedo Hott, quien hizo los papeles para que la Sra. Orfelina Riquelme comprara la vivienda don Frenando Santivan.
| Sus primeros años como profesora

A los quince años, en el año de 1948, empieza a trabajar como profesora de reemplazo en Coz Coz, en ese tiempo el recorrido lo hacía a pie, por lo que demoraba dos horas en llegar. Tenía cuarenta niños, en su mayoría Mapuche, incluso algunos mayores que ella. Eso porque en aquel tiempo los niños solo trabajaban y era también difícil trasladarse a diario a la ciudad. En principio fue “chocante” por la diferencia que había entre las escuelas del pueblo y del campo. Ni hablar con lo que ella conocía, como el Colegio Bautista de Temuco. El colegio era una pequeña casa, una sala para las clases, un dormitorio y una cocina. De baño solo un “pozo negro”. Los niños aún no hablaban “castellano” por lo que en un principio fue difícil la comunicación. A la segunda semana, y como sabía que esto era para largo, tomo pensión en la casa de la Sra. Melchora Martínez, a dos cuadras de la escuela. Ahí aprendió a cocinar y algo sobre animales como corderos. A la Sra. Junot siempre le gustó “lo artístico”, y se destacó en ellos en los trabajos que realizó. Las escuelas en aquella época, dependían del Departamento Provincial de Educación con asiento en San José de la Mariquina. De allá viajaba don Juan Contreras, quien la supervisaba.
En 1955, trabajó de reemplazo en la Escuela de Chauquén, el cual lo había cerrado. Con alumnos mayores de ocho años, colocando su seriedad para convencer a los apoderados de dejar sus niños ahí, y que el establecimiento funcionaria.
Entre los años 1956 y 1958, llega a trabajar a la Escuela N°180 de Toledo. Fue Profesora Titular, en el Fundo Toledo y el Fundo Maderero de Don Pedro González y Cía.
Trasladarse a Toledo era tan difícil como ir a cualquier parte, ya que no existían caminos, a los más “huellas”. La Sra. Junot debía tomar un barco que demoraba dos horas en llegar a puerto, y luego tomar un camión para llegar a la Escuela N°180 de Toledo. Ahí se encontraba con el Capitán del Enco, el Sr. Morales. En el navío se trasladaban cientos de personas que viajaban por trabajo, y atestados de bultos, tanto ropas, como víveres para el mes. Las condiciones eran muy precarias, ya que la Escuela era una casa grande donde vivía la familia del capataz Adjunto. Se distribuía en dos salas, una para hacer clases y la otra como gimnasio y un fogón, dnde los niños secaban su ropa, ya que llegaban empapados por la lluvia, y entumidos, ya que en su mayoría, en toda época del año, asistían a clases descalzos.
Las clases era hasta la cuatro de la tarde, luego de ello la Sra. Junot salía a visitra enfermos, por lo que no solo fue profesora, sino también Matrona, “visitadora social”, así como peluquera, lo que hiciera falta en la medida que ella pudiera. A veces, el frio era tan intenso, que bajaban con los niños a otras instalaciones, un lugar conocido o llamado como “Reca”. Ahí llegó a tener hasta ochenta niños.

El año de 1960, año del Terremoto más grande del que se tiene memoria, la encontró en Conquil, donde se dio a la tarea de fundar una nueva escuela. Habló con el Administrador de dicho fundo, el Sr. Jesús Ybañez. El aceptó y abrieron una escuela con treinta alumnos, todos hijos de obreros. Era muy difícil acceder al Conquil, por lo que tenía que viajar en bote, y esperar en medio del Lago Panguipulli al Vapor Enco, del cual los tripulantes ocupaban una herramienta llamada “VICHERO”, para acercarla desde lejos, y así la Sra. Junot lograba llegar a su trabajo. Las personas que viajaban se sorprendían de esta proeza, que se repetía semanalmente. Estas personas que conocían a su madre le comentaban “del peligro al que se expone su hija, le decían”. Cuatro años viajó incansablemente en el Vapor Enco, por lo que era muy conocida y admirada.
A fin de año, todos los niños aprueban los exámenes y se entregan los respectivos certificados.
En esos días había ido de paseo por el Fundo Toledo cuando se produjo el Terremoto y posterior maremoto que destruyo gran parte de la zona. Como no podía regresar a Panguipulli, la gente se reunió en la casa del Administrador, el Sr. Aranzanti. A sus hijos les comentó cuentos para que se olvidaran de las réplicas que eran intensas.
| La joven Junot en Buenos Aires
El año 1960 fue un año especial para la Joven Mirta Junot, ya que se presentó la invitación y la oportunidad de viajar a Buenos Aires, junto a la familia Daza Medina. Don Fernando Daza era pintor, que se presentaba en la Sede de la Organización de Estados Americanos de la Capital Porteña (OEA). Aprovechó su tiempo, y en sus días libres entró a estudiar peluquería, dos cuadras de la Casa Rosada y el Obelisco. Luego estudió dactilografía. Al tiempo su amigo Fernando Daza fallece y la Sra. Mirta regresa a Panguipulli, ya que su madre se había accidentado y poco a poco fue empeorando.
| Nacimiento de la Escuela Crucero Palguín (#249)
Corrían los años sesenta y la vida en Panguipulli y el mundo no era fácil. La Sra. Junot, ya contaba con 28 años y había trabajado los últimos años realizando reemplazos en las escuelas instaladas en los fundos aledaños, sin caminos y con el solo transporte de botes y el vapor Enco. Después del paso por la escuela rural de Conquil y luego de recibir el sueldo completo de un año, ya que antes no se pagaba por mes, sino que por año) por su trabajo como profesora rural, invirtió en la creación de una escuela particular en la parte más rural de Panguipulli Alto, hoy sector Escuela Manuel Anabalon. Nacía la Escuela Rural Crucero Palguin #249. Ese acto selló para siempre su vocación profesional. Una escuela era una necesidad en ese sector, ya que ahí residían bastantes familias y los niños y niñas eran hijos de obreros y campesinos, y no contaban con los medios para bajar a la Escuela N°1 de Panguipulli, hoy conocida como María Alvarado Garay. La Sra. Junot, con todo el ímpetu de una travesía por el desierto, puso todo empeño en proveer de una alternativa para ese sector de Panguipulli. Después de recorrer a pie, casa por casa y recogiendo la opinión de los vecinos, los cuales se quejaban de que no tenían los medios para enviar a sus hijos a la escuela, y de alguna manera se sentían dejados de lado, discriminados, ya que a la escuela N°1 solo asistían los hijos de los colonos. Es así como la Sra. Junot, le alquila una pieza a la Señora Corina Ramos, luego envía a fabricar bancos, bancas, pizarrones de madera terciada, sillas, estantes para guardar útiles como tiza, borrador, e incluso encarga una campana que comenzó a sonar en Panguipulli Alto. Después de recorrer casa por casa, llegando hasta la cancha de aterrizaje (aviación) , donde la gente la recibía con alegría y le confió la educación de sus hijos, partiendo con una matrícula de 40 niños entre los 9 a 14 años. La gente del sector reconocía su trabajo y la matrícula comenzó a aumentar, y todo se hizo estrecho. No había patio para jugar en el recreo, así es que el recreo se realizaba en la calle. Entonces, la Sra. Junot se hacía parte de los juegos de los niños para poderlos cuidar.
El nombre del colegio se pensó para que fuera fácil de identificar y para que tuviera una cercanía con las personas que provenían del campo. Entonces el ingenio se dio natural y se puso en un letrero: Escuela A-E-I-O-U. Así la gente comenzó a hablar de esa profesora y la nueva escuela. El nombre verdadero era Escuela es Crucero Palguín #249, ya que la mayoría de los niños eran del fundo Palguín, hijos de empleados y trabajadores de dicho fundo.
En 1962 la matricula había crecido exponencialmente a 60 niños con la subvención de 1961, esta mujer gigante, compró un terreno al administrador, don Miguel Rojas administrador del fundo La Palma. Así ya pudo expandirse la escuela con dos grandes salas de clases, enviando a fabricar más mobiliario, sin aportes externos. Se atendieron de 1ro a 4to años básico.
El año 1962, año en donde Chile organizaba el Mundial de Futbol, Mirta Junot Riquelme tenía 29 años y formaba una familia con don Eduardo Caruana Katalinch, que era de origen Yugoslavo, y que había nacido en la Ciudad de Punta Arenas. Se habían conocido en un baile en la Hostería Panguipulli, una casona preciosa que estaba justo donde hoy está el Super Mercado El Trébol, frente a la Pastelería La Fama. Arrendaron una casa, que no era un palacio, pero como estaba frente a la escuela, permitía estar siempre atenta a lo que faltara. El año 1963, habían más de sesenta niños, lo que era muy agotador para solo una profesora, por lo que el año 1963 se vio en la necesidad de contratar como ayudante a la Señorita Nancy Triviño. Además gestionó con la Señora Ninfa de la Fuente, jefa de la junta de auxilio escolar y becas, la instalación de una sala grande de comedor, donde se entregaba el desayuno y el almuerzo escolar.
| Los años difíciles

Habían creado una familia fuerte y respetada, la familia Caruana Junot, esto hasta el día del Golpe Militar de 1973. Alguien de malas intenciones “corrió la voz”, como sucede a menudo en Panguipulli, que su esposo, Don Eduardo Caruana Katalinch (QEPD), estaba vinculado a un aposición política de izquierda. Lo indicaron con el dedo, ya que no sería cercano a los que detentaban el poder en tiempos de dictadura. El año 1974, Don Eduardo fue interrogado, pero nada se le pudo comprobar, sin embargo, es destituido el año 1975, por un simpatizante del General Pinochet. Nunca más pudo encontrar trabajo, ni en Panguipulli, ni en Temuco. Así quedé como dueña de hogar. Por estas acusaciones, él se vio afectado en la búsqueda de trabajo en otros lugares como en la intendencia de Temuco. Mi esposo era inspector de obras sanitarias. Fue el que entregó la primera población de Panguipulli, La Corvi. Fue devastador para la familia de la Sra. Junot. Injusto, penoso. En lo económico la familia se fue a pique, ya que ella mantenía con su trabajo el hogar. Aun así, ella continuó adelante y trabajaba de sol a sol, siempre con cariño, fe y dedicación, siguiendo los preceptos de su luchadora madre, que nunca se rindió.
Fueron diez años de trabajo arduo en que funcionó la pequeña y mítica escuela A:E:I:O:U. Un esfuerzo personal sin precedentes apoyado por la comunidad más carenciada que creyó en su temple, en su fuerza y en su visión de futuro. La Sra. Junot recuerda mirando por el ventanal que da desde lo alto al majestuoso Lago Panguipulli, coronado con el Volcán Villarrica en el horizonte: “El alcalde de ese periodo terrible, jamás en diez años fue a visitar la escuela ni el progreso que tuvieron los niños, nunca le importó”.
Escuela A.E.I.O, o Escuela crucero Palguín #249, bajo la Dirección de la Sra. Junot, fue pionera en las veladas, los bailes en el patio de la escuela, las carreras a la chilena, y los carros alegóricos donde participaban todos los alumnos, sin discriminar por clase social, religión o etnia. Aún en la memoria de los adultos, ya a estas alturas (seguramente) adultos mayores, el carro alegórico más bello que se ha construido en Panguipulli: de un cisne de 9 metros de alto. Uno de los apoderados donó para la tarea de construirlo, un quintal de harina, para elaborar el pegamento conocido como engrudo. Una de las destacadas fue la apoderada María de torres, que puso el trabajo de día y noche para que quedara como fue visto por los ojos incrédulos de los vecinos de este lado del mundo. También trabajó con mucho empeño la familia Cuevas y mi esposo Eduardo Caruana que diseño y construyo las bases del cisne. Era algo nunca visto. Lo que nadie sabía, era que la Sra. Junot con sus jóvenes ojos lo había visto en su paso por la Ciudad de Buenos Aires, en Argentina. Era la manera también de mantener cohesionado a los apoderados, una especie de beneficio para comprar ropa y juguetes para los niños en navidad.
Antes de emigrar de Panguipulli entre lágrimas, por la Sra. Junot, se hizo el último paseo de la escuela A:E:IO:U a Lican Ray con el apoyo y cooperación del Señor Rolando Kunstmann y el Presidente del Centro General de Padres, don Nehemias Labraña.
el año 1973 contaba obtuvo con el título de profesora fiscal de la normal de Valdivia, y fue trasladada a la escuela #1 de la ciudad Panguipulli.
La Sra. Junot ya casi ha cumplido medio siglo en su lucha por la justicia, la igualdad, la solidaridad y el reconocimiento de un trabajo suyo y su familia por levantar una alternativa educacional para los obreros y campesinos. A ella en su momento, hace muchos años se le arrebató su escuela, aprovechándose que ella se vio obligada a emigrar con su esposo y sus hijos a la ciudad de Quilpue donde continuó brillando por muchos años. Se jubiló el año 2004 en la ciudad de Quilpue, donde sus últimos años de docencia los trabajó junto la Sra. Teresa Larzet del Pino, a la que califica como un apersona con gran vocación docente, y que fue su directora.
Palabras finales: He sido testigo de la vida de una de las personas extraordinarias, que han aportado a los cimientos de lo que hoy conocemos como Panguipulli. Una persona que dio todo y que hoy en día seria dable un reconocimiento, ya que por años trabajó en el anonimato y Panguipulli tiene una deuda con la Sra. Junot, como la he llamado cariñosamente.
Con afecto, MUÑOZO.
GRACIAS SRA JUNOT.
Panguipulli/ La Habana-Cuba, octubre-diciembre 2019.




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