Crónicas de Muñozo | Eduardo Quipainao, Mapuche de plata

EPIGRAFE | El hombre y la mujer negra mantienen los legados de sus abuelos esclavizados: música, cantos, bailes, comidas, formas de reír, de moverse, de proyectarse al mundo, de relacionarse con otros seres vivos gracias a una actitud de “cimarronaje” cultural”.

Cantos de negritud.

Mirta Fernández Martínez

Ediciones Cubanas (2011)


Crónicas de Muñozo.- El primer trabajo que tuve en Panguipulli fue en el año 2002. Un día María Paz Coloma, casi una niña y con el título de trabajadora social titulada de la Universidad Católica de Temuco, y con la que nos conocimos y nos hicimos amigos, nos vimos en la calle y me dijo que quería conversar conmigo. A otro día me apersoné en las mismas dependencias que ocupa hoy. No tomamos un café con galletas y sin más rodeo me preguntó si yo podía ejecutar un proyecto para jóvenes líderes que una Consultora había abandonado. No era mucho dinero, pero si una oportunidad, por tanto acepté e invité a trabajar en dicho proyecto a Maria Curilem y pusimos manos a la obra en la elaboración  del curso/taller para jóvenes. Hicimos una propuesta de lo que nosotros creíamos se debía hacer para “empoderar” a los jóvenes que en el futuro se harían cargo del destino de nuestra comuna. Llegamos a la conclusión de que se debía hacer un proyecto enfocado en jóvenes liderazgos Mapuche, abarcando a todos los sectores posibles de la comuna. Como la comuna es muy extensa, y el dinero con el que se contaba no era mucho, solo pudimos convocar a los jóvenes de comunidades relativamente cercanas a Panguipulli. Como queríamos hacerlo bien, elaboramos un breve diagnóstico con algunos de los jóvenes que ya identificábamos.  Este arrojó que se carecía de nuevos liderazgos, y como ningún dirigente vigente había asistido a una ESCUELA DE FORMACIÓN  LIDERES,  todos se habían  hecho a sí mismos en el camino representando a sus comunidades. Algunos tenían más que nada una formación política pero ya boerdeaban los cuarenta o cincuenta años, pero jóvenes, eran muy pocos.  Era vital hacer una Escuela de Liderezas y Líderes. Contamos con la inagotable colaboración de Edgardo Collinao Nail, hijo de uno de los dirigentes mapuche más recordados y respetados, Don Celedonio Collinao Collinahuel y también de Don Manuel Calfiñir. El primero proveniente de la zona de Tralahuapi y el segundo de Melefquén interior. Ya hecha la convocatoria y sabiendo más o menos quienes participarían, hicimos las gestiones necesarias y conseguimos el Comedor de la Escuela Rural Bocatoma   y la Escuela Rural de Puyehue.  Se convocó a  jóvenes de distintas Comunidades  Mapuche, de zonas como Tralahuapi, Panguilelfún, Cari CuiCui, Puyehue, Melefquén, Coz Coz, Tralcapulli, Puyehue, entre otras. Así fueron llegando sonrientes y expectantes. No sabían a ciencia cierta a lo que venían. El municipio, aparte de pagarnos $300.000 de la época (2002) por el trabajo, nos apoyó con $200.000 para gastos de alimentación,  materiales de apoyo al trabajo, como cartulinas, lápices de colores, pegamentos, paleógrafos,  traslados y pasajes, entre otros. En seis jornadas comprendidas en seis sábados consecutivos. Los temas que abordamos con estos inquietos y alegres jóvenes fue liderazgo, legislación laboral, Historia y Cosmovisión, Estado, Nación y autodeterminación, para terminar con metodología para elaboración de discursos y técnicas de oratoria. La metodología de trabajo era a base de juegos, que es como la gente aprende más. Algunas y algunos al comienzo apenas si hablaban. Además que en la educación formal  no se incentivaba mucho la oratoria, se tenía el estigma de que si una persona hablaba mucho y además pensaba en forma crítica, era considerada peligrosa.  De hecho en la historia oral Mapuche da cuenta de que los padres, abuelos y bisabuelos de estos jóvenes provenían del “negacionismo” por parte de la sociedad chilena de su cultura. No por nada las familias  Mapuche durante años prefirieron que sus hijos no hablaran el maapuzungün,  y en más de las veces, ocultaban sus apellidos y se colocaban uno  chileno,  ya que la discriminación era feroz. Un niño o una niña pequeña a veces llegaban llorando a su casa sin entender porque en la Escuela los profesores y sus compañeros les llamaban “indias” o “indios”, “cholas” o “cholos”.  No era la culpa de esos niños, era la culpa de una sociedad enferma, ignorante, “negacionista” de su propio origen. Pero era imposible negar los rasgos, nuestros rasgos. Estos niños no podían saber que todos estos agresores estaban equivocados, prejuiciados,  y que era una brutalidad lo que decían, porque “los indios”, son de un país llamado “La India”. No, eso niños y niñas, no eran indios, eran/son Mapuches.  Y estos niños que ofendían a otros niños no podían saber que estaban repitiendo las brutalidades  que habían escuchado de sus padres,  y que probablemente, provenían del mismo origen a los que pretendían ofender. Por eso para nosotros era relevante en la Formación de Liderazgos la capacidad de hablar en público. Entre estos jóvenes había habilidades diferentes, más nadie se reía de otro en forma negativa, sino solo para molestarse unos a otros. Les costaba mucho pararse frente a un grupo y elaborar  un discurso. De escribirlo ni hablar.  No porque no supieran escribir, sino que por que no es tarea fácil definir objetivos,  ideas fuerza. Nosotros insistíamos que todo se podía mejorar todo se podía “entrenar”.  Dedicarse y perfeccionarse era el secreto.  Fueron pasando las semanas de trabajo, y fueron progresando. La tarea o misión final era ni más ni menos que de acuerdo a un concepto que nosotros les entregábamos en un sobre cerrado, tenían que elaborar un discurso, con ideas principales, secundarias y al menos tres objetivos. Como broche de oro y que nos daría una idea de cómo había sido el trabajo, se finalizaba con el/la joven subido a una silla como podio, tenía que  discursear a voz en cuello frente a sus compañeros. Todos o casi todos lo lograron sortear el pánico escénico, un  primer paso para enfrentarse a cualquiera, en cualquier escenario. Nos despedimos al sexto fin de semana y no los volvimos a ver por un largo tiempo. Entre ellos estaban Orlando Colipan, Isabel Naguil, Edgardo Collinao, Cristian Calfiñir y cerraba el grupo un adolescente Eduardo Quipainao.

   | Los ancestros. 

Los ancestros de Eduardo Quipainao son de todos los puntos cardinales de Panguipulli, y que por generaciones se ha ido entrelazando, formando extensas familias y reconociéndose en lo Mapuche.  Viven en un lugar porque se pude acceder por dos caminos. Uno desde Pullinque cruzando el Puente Negro y luego ascendiendo un camino difícil, por las innumerables curvas y un camino que nunca ha sido del todo arreglado. El otro acceso es por el sector Bocatoma, entrando a la derecha por el Camino que lleva a Tralcapulli.

Eduardo Quipainao Calfipan, nacio el año 1982 en la localidad cordillerana de Ragintulelfu. Fue el primero de sus hermanos. Fueron cuatro hombres y dos mujeres.

Su padre, Don Arturo Quipainao Huitra, su madre, la Sra.  María Raquel  Calfipan Lincocheo.

Los abuelos paternos de Eduardo Quipainao fueron: Don  Manuel Quipainao Huenun, y su abuela: la Sra, Francisca Hueitra Raileo.

Los abuelos maternos: Sr. Manuel Calfipan Tripayante y la Sra. Rosamelia Lincocheo Caniucura.

   | Tiempos difíciles y migración. 

Cuando Eduardo era muy pequeño, su casa en Ragintulelfu fue consumida en minutos por el fuego, y aunque sus vecinos y parientes fueron e auxilio, irremediablemente todo se volvió  cenizas y quedaron con lo puesto y el pequeño Eduardo en los brazos de su madre. Sus padres eran muy jóvenes y fue muy difícil reponerse de la tragedia. Fue tan devastadora la situación,  en plena década de los 80s, que a su padre le dio una especie de depresión. En aquel tiempo las condiciones en las que estaban las comunidades eran muy precarias y como era de toda lógica, Don Arturo Quipainao vio en la Capital (Santiago) la posibilidad de dar una nueva vida y sustento a su familia. De un día para otro bajó a pie con un bolso de mano y tomo un bus a la Capital del Reino. Ya en Santiago, él no era distinto a otros que lo pasaban mal. Otros también deambulaban por la ciudad gris buscando emplearse en lo que pudieran. Trabajó en lo que pudo.  En Ragintulelfu había quedado  Eduardo, casi un bebe, con su madre, la Sra. María Raquel, que se las ingeniaba para criar a su primer hijo. Don Arturo Quipainao, y como ya era la tradición entre los inmigrantes internos (mapuches y campesinos) los que salían del campo para llegar a la ciudad, comenzó a buscar trabajo,  y lo único que podía echar mano era a la amistad. Por eso se puso en contacto con otros mapuches que ya habían hecho una vida en la ciudad y que trabajaban como panaderos y le buscaron un lugar para trabajar. La mayoría, por no decir todos, de los mapuche emigrados se situaban en los márgenes de las capitales.  Acá no fue la excepción. Don Arturo encontró en el sector sur de Santiago un lugar donde vivir. Primero vivieron en un sector agrícola de la Comuna de Macul, para luego trasladarse a la Calle Ernesto Riquelme con Julio Covarrubias,  a la altura del paradero 28 de La Cisterna. En el recuerdo de Eduardo, vivieron en una especie de mediagua.  La pobreza en la que vivieron  no era exclusiva de Mapuches e indígenas, sino de un pueblo chileno, en general explotado, humillado y marginado de los privilegios del poder. La pobreza no hacia distinción.  Don Arturo, al  tercer mes, regresó a Panguipulli, y caminando a Raguitulelfu, con el propósito de llevar a su familia a la ciudad. La ilusión de la ciudad. Tuvo varios trabajos, entre ellos como ayudante/aprendiz de mecánico.  La situación económica era tan  dramática, al extremo que su padre no podía comprarle nada al pequeño Eduardo. Ahora Eduardo con su compañera, Angelica Quilacan, tratan en lo posible que esto no se repita con sus hijas. Tanto Don Arturo Quipainao y su esposa, la Sra. María Raquel  Calfipan Lincocheo, hicieron todo a su alcance para resistir las precarias condiciones de vida que brindaba la ciudad. No soportaron la ciudad y decidieron regresar.  Al menos acá tenían un pedazo de tierra para sembrar, para construir una casa y estarían nuevamente cerca de sus parientes, que también los extrañaban.  Regresaron y comenzaron de nuevo.

   | Educación.

Antes del regreso, Eduardo ya había pasado por el Jardín Infantil en la Comuna de la Cisterna. Al instalarse nuevamente en Panguipulli, donde se respiraba otro aire en las alturas de Raguitulelfu,  Eduardo continuó sus estudios, de primero a sexto año básico en a la Escuela Rural del mismo nombre. Luego lo matricularon para séptimo y octavo en la Escuela Rural de Pullinque en calidad de Internado, como en aquellos años la mayoría de los niños pasaban su infancia de lunes a viernes en un lugar que no era su casa. Luego se trasladó a la Ciudad de Panguipulli donde estudio de primero a cuarto medio en el Liceo People Help People, egresando para el cambio de siglo.

   | Un oficio. 

Las comunidades mapuche de Panguipulli en conflicto, el año 2005 en la negociación con el Estado, solicitaron capacitaciones con pertinencia para las personas que lo quisieran, de manera de tener una actividad económica para el sustento personal y la de sus familias. Uno de los cursos que ofreció la institucionalidad winka, fue la de Orfebrería. A Eduardo no le convencía mucho, pero igual lo tomó. Las capacitaciones se hicieron en Pullinque.

Comenzó de a poco a elaborar piezas de plata. Se fue dando cuenta que lo suyo no iba por el lado de vender y vender joyas, sino que algo distinto. Había que tener respeto por la Iconografía y cosmovisión. A su vez, tender puentes hacia un rescate patrimonial de las joyas Mapuche, que se fueron perdiendo con el tiempo. Las que pudieron se heredaron, las más fueron saqueadas en los Cementerios y las que se pudieron, enterradas por sus ancestrales dueñas para que no cayeran en manos de “mercanchifles”. Por ello Eduardo se fue reconociendo a sí mismo y a los suyos y se fue motivando por el hecho de que la gente se empezó a interesar por el trabajo que estaba realizando. Sintió  que la gente quería un renacimiento de la platería y  rescate del uso de joyas como algo identitario. Eduardo al elaborar las primeras piezas, algunas como se dice en el campo “terminadas a machete”, por lo rusticas que le quedaban, de a poco, y con el cariño que iba poniendo en una y otra pieza, se comenzó a perfeccionar. Según este maestro de la platería mapuche, cualquiera que conozca el uso de los metales, y teniendo las  herramientas correctas,  puede convertirse en orfebre. No así la Plateria Mapuche, que requiere de eso y mucho más. Tiene que ver con saber que figura corresponde a tal o cual LOF o familia.  En un  principio, nos cuenta Eduardo Quipainao,  se inicio copiando otros modelos y de a poco y con mucho trabajo fue adoptando cierta distinción en el trabajo, y eso tiene que ver con la confianza que se va adquiriendo en lo que se hace.

   | Las herramientas. 

Las herramientas que utiliza Eduardo y que en  todo momento viven y conviven en el mesón y que en conjunto aportan para la elaboración de una pieza o joya única, son el laminador, pulifora de cono, motor colgante, dado de hoyos y una variedad de punzones, arco de sierra, distintos tipos de martillos, un yunque, tijeras, alicates, entre otros.

De elaboración propia, Eduardo se dio maña para confeccionar unos punzones que sirven para hacer los grabados  en las piezas con la iconografía correcta y tradicional de cada territorio. Estas las elaboró a partir de fierro de construcción de 6mm.

   | La causa mapuche en el corazón. 

Eduardo Quipainao ya había cumplido 27 años y era un activo participante por las reivindicaciones Mapuche del territorio. Se vinculó estrechamente con el Parlamento de Coz Coz de Panguipulli. En aquel tiempo hubo un incremento significativo en la criminalización la causa Mapuche y muchos jóvenes terminaron en las cárceles chilenas por la presunta participación en atentados, sobretodo en la Novena Región de la Araucanía.  Fue por esos días cuando en la casa de Cultruncahue, estábamos tomando once, y de pronto en flach informativo de la televisión, era el día 11 de febrero de 2009 y a las 21.15 horas en la Av. Portales N°6034, de la Comuna de Lo Prado, daba cuenta que se había producido un allanamiento y  encontrado, según la noticia, un “Arsenal de Guerra” que habría sido utilizado en atentados. Mi pensamiento se posicionó de inmediato en un nombre: Miguel Tapia Huenulef, mi amigo de toda la vida. Efectivamente era él. Ahí salía esposado, con un peto amarillo y con el rostro entre serio y con una mueca de ironía. Yo me dije para mi “No leyó el manual”.  María Curilem se preocuó me dijo que pasaría si la PDI llegaba a nuestra casa, ya que la policía tendría muy claro que éramos amigos. “Bueno, le contesté con tranquilidad, si llegan, les abrimos la puerta, los saludamos y los invitamos a ingresar y revisar por todos lados si hay armas. Y les diré es uno de los mejores seres humanos que he conocido y ya que somos personas conocidas y públicas, que revisen la casa y que lo único más peligroso que tenemos son libros, muchos libros, el Gato llamado Lolo, y un perro gigante llamado Simón. Varios meses después fui a ver a Miguel a la Cárcel de Valdivia, y solo le pregunté burlándome como siempre lo hacemos  “¿Qué se siente estar preso?”. Me dijo riéndose: “No se te pasa negro CTM” (Los amigos me dicen negro). Como me quería me la perdonó.  Estuvieron a punto de darle 25 años de cárcel, pero la Defensa elaboró una estrategia de reconocer la tenencia de las armas desde los años 80s, que yo también conocía, pero en ningún caso que hubieran sido utilizadas en atentado alguno. Se contrató un perito balístico  independiente, quien demostró que esas armas no se disparaban hace muchos años. Y se demostró que la fuerza policial había hecho uno de los tantos montajes que se han caído. Lo único que lamenté, que tras el allanamiento a la casa de mi compadre, es que en la redada se llevaron muchos cassestes y fotografías nuestras de los años 80s,  únicas.  En este contexto por la criminalización de la causa mapuche,  consecuentemente con esto, Eduardo Quipainao con Jorge Weque acordaron proponer en el Parlamento de Coz Coz que se debían hacer acciones con una fuerte connotación política y mediática, por lo que propusieron comenzar una huelga de hambre por la Liberación de los Presos Políticos Mapuche.  A ellos se les sumó otro peñi, Rodrigo Jiménez Painefilo. Los asistentes a esa reunión, alrededor de una centena, los quedaron mirando, y les respondieron: “El que lo propone va”. Fue así como estos tres amigos pasaron unos días de hambre.

   | Trabajo para instituciones. 

Comencé a trabajar enseñando el trabajo en Plateria Mapuche a comunidades a través del Programa Orígenes, así como con varias Consultoras. Con distintas experiencias. Eduardo destaca el apoyo de la Sra. Pilar Reyes, quien vio las capacidades de Eduardo, las ganas y el talento. Ahí desarrolló capacidades en el ámbito administrativo. También trabajó para Chile Indígena y para la Conadi. En ese tiempo ya estaba en Huillomallin, en Malalhue, viviendo con mi primera hija  y su compañera Angélica Quilacan.   Lo laboral lo tenía alejado del hogar. El problema era que viajaba mucho a Temuco y Valdivia,  y le pagaban cada tres meses y después de recibir el pago, tenía que pagar lo que había tenido que pedir prestado y quedaban en las mismas. Era tanto que tenían que salir a vender (ciruelas) con Angélica. Además estaba supeditado a los cambios de Gobierno. Que llegaba un gobierno y lo llamaban a trabajar y si llegaba otro gobierno, dejaba de trabajar. Esto hasta que un día su compañera Angélica le paró los carros y le dijo que ya estaba bueno ya. Y que mejor se independizara.  Lo hizo y eso permitió estar más con sus hijas y verlas crecer.

Su primer mesón de trabajo en Platería Mapuche  en Huillomallin fue los restos de una enfardadora, que adaptó y le sirvió como parte del precario inicio. Logró comprar sus primeras herramientas. Muchos de sus compañeros que también hicieron el mismo curso de orfebrería y que obtuvieron un set de herramientas, no siguieron el oficio y las herramientas se perdieron.

Ya hace casi cuatro años que comenzaron a trabajar desde casa, y cuando se da la ocasión hace algunas capacitaciones. La tranquilidad del hogar ha consolidado la familia. Sin embargo, y muerto de la risa declara que ha sido un exiliado en su propio hogar. Con sus herramientas ha peregrinado por todos los rincones y en la medida que los niños han ido naciendo, se ha tenido que trasladar de cuarto en cuarto, de rincón en rincón. Ahora está su mesón de trabajo a la entrada de la casa, y ya está pensando en construir un apartado para su taller definitivo. Esto tiene una explicación: los ruidos y los vapores del trabajo químico de los metales puede dañar a las niñas. Hoy se puede decir que la familia Quipainao Quilacan vive de su trabajo. Tienen una vida austera, pero digna. Angélica, entre el cuidado de las hijas, ha ido de a poco aprendiendo también el oficio y siendo el complemento perfecto.

Eduardo Quipainao, con la paciencia que dan los años y el ejemplo de sus padres, se ha ido posicionando con mucho sacrificio en el mundo de la Plateria Mapuche y el rescate patrimonial. El año pasado y este año participó en la ExpoMundo Rural. Sus joyas están en todos los continentes, en países como Irlanda, Italia, Francia, Estados Unidos. En su hogar recibe a sus amigos y hermanos Mapuche, Chilenos y extranjeros. De hecho, la nieta ni más ni menos de Charles Chaplin, llamada Oona Chaplin, quien tiene amigos en la Comuna de Lanco, hoy es amiga personal de Eduardo. Ella ha actuado en varias películas, entre ellas, Avatar y en la Serie de HBO Guerra de Tronos.

Hoy en día Eduardo  hace trabajos a pedido. Ha sido llamado con su arte a enseñar, resaltar la importancia de preservar la cultura Mapuche a través de la joyería, la importancia de la simbología y su valor. Este es su aporte a la causa Mapunche, y quien nos dice, que sus hijas, cuando crezcan hereden su arte.

El año 2014, el Programa Lugares que hablan, visitó a Eduardo, y para resaltar su lugar de nacimiento, los recibió Ragintulelfu, para que todo el mundo supiera de donde había salido y su gente valora eso.

El año 2020, es probable que lo veamos llegar a los Estados Unidos, invitado por la Fundación BOA a exponer su platería en la actividad denominada Aniwa.

Gracias gran maestro Eduardo Quipainao, y su compañera Angélica Quilacan.

Huillomallin, lunes 16 de diciembre 2019. (19.30 a 22.00 horas).


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